En la oscuridad que me cobija, que es mi consejera, descubro sentimientos, ocultos en lo profundo de mi ser cuando la noche agoniza esperando el día. Añoro nuestros cuerpos abrazados en esa oscuridad, echo de menos el roce de pieles, el sudor de cuerpos entrelazados entre sábanas, el éxtasis de tu rostro al amarme y te pido que no te duermas, que te quedes conmigo en vela, prometo entregarte el cielo al unirte conmigo.
Más allá del deseo, donde se encuentra mi amor, juntos navegaremos creando mares de pasión infinita. En ese momento de debilidad te susurro al oido suavemente que nunca me digas que me quieres sino que me lo demuestres a cada instante en cada caricia. De repente el sueño me vence y te sueño, me abandonó a ti, porque contigo me siento libre, tuya, sin poder olvidarte ni por un instante, ya que vives en mí porque yo lo quiero. Es imposible imaginar estar sin ti, ya que perecería sedienta de lo que tu me das, mi piel huerfana de tu delicado tacto se lamenta cuando no estas esperando tu regreso a ella, es inevitable que océanos de deseo surjan de nuestros cuerpos cuando me haces tuya hasta quedar sin aliento, y cuando me miras con intensidad me consumes en tu fuego entrando por mis sentidos, quedando en mí tu esencia.
Ahora ya cuando la luz de la mañana entra con sus cálidos rayos en mi habitación, por última vez te diré despacito, tenuemente que me quieras sin más, sin demoras, porque mañana también estaré ahí para volver a amarte, ya que nunca pensé encontrar en ti el paraíso, pero como las mejores cosas de este mundo surgen sin pensar, ahí estoy yo en duermevela divagando sobre lo que no tenía y encontré sin buscarlo.
MJ
